domingo, 9 de enero de 2011

La política económica de los gobiernos del FA en Uruguay: Balance y Perspectivas

ANÁLISIS. PARA REFLEXIONAR SOBRE EL PASADO, PRESENTE Y FUTURO
La política del FA define el rumbo del desarrollo: de la exclusión a la inclusión
Los economistas de izquierda siempre hemos sostenido que el crecimiento económico es clave para el desarrollo económico y por ende es una condición necesaria para el desarrollo de un país.
Por Daniel Olesker,| Ministro de Salud Pública de Uruguay, publicado en LaRepública, 9 de enero del 2011

Pero al mismo tiempo hemos sostenido que siendo condición necesaria no es suficiente, ya que el desarrollo supone la simultaneidad del crecimiento y la distribución del ingreso.
Es evidente que en este terreno no hay logros mágicos, ni la "mano invisible" del mercado, ni son inmediatos.
Requiere un proceso profundo de transformaciones socio ­ económicas y estructurales que ponen en camino este proceso. Y esas transformaciones operan en tres niveles que repercuten sobre los ingresos de las personas:
* en el mercado de trabajo a través del ingreso y del nivel y calidad del empleo.
* en el presupuesto a través del gasto social, la estructura de la recaudación y las inversiones.
* en la estructura de los servicios sociales a través del acceso de calidad a salud, educación y vivienda y en general la protección social.
Esta nota pretende demostrar que en los gobiernos previos al Frente Amplio habiendo crecimiento no hubo en absoluto distribución, mientras que en el gobierno del Frente Amplio se inicia este proceso de transformaciones socio ­ económicas estructurales y en este segundo gobierno estamos profundizando dicho camino.
Y para ello voy a analizar cinco variables que integran los elementos de redistribución, aunque no son obviamente los únicos, a saber: salario mínimo, nivel de desempleo, gasto en educación, acceso al seguro de salud y asignaciones familiares.

1) SALARIO MÍNIMO

Desde el retorno a la democracia la constante ha sido la reducción del valor real del salario mínimo nacional que llegó en 2004 a ser el 27% del valor de 1986, es decir la cuarta parte de lo que era al retorno de la democracia!
Salvo en 1992 en todos los años, sí en todos, había reducido su valor; y en 1992 aumentó casi 4% después de haber caído más de 20% en 1991 en el primer año del segundo gobierno democrático.

A partir de 2005, como muestra el gráfico 1, el salario mínimo nacional ha recuperado su valor de manera constante todos los años y, con la propuesta de este gobierno de incrementar 65% los primeros tres años de 2011 a 2013, estamos ya en el nivel de 1986.
Sin duda aún es insuficiente, pero téngase en cuenta que recuperamos en 8 años, las pérdidas acumuladas de 19 años.
La diferencia entre fines de los 80 y los 90 respecto al período de gobierno frenteamplista está en el terreno de la política y no de la técnica económica y es ni más ni menos que la voluntad del gobierno de recuperar el valor del salario mínimo que influye no sólo sobre quienes perciben dichos ingresos, sino sobre todas las ramas de actividad que negocian salarios (en especial aquellas de menor nivel salarial como servicio doméstico, limpieza, seguridad, vestimenta) cuyos laudos están determinados en buena medida por este valor y por ende crecen a su mismo ritmo.


2) EL DESEMPLEO

El crecimiento económico es condición necesaria para generar empleo, es imprescindible, pero, otra vez, no es suficiente. El gráfico 2 nos muestra que entre los años 1986 y 1999 (período en que, salvo en 1995, hubo siempre crecimiento económico) el desempleo no tuvo una tendencia a la baja, más bien fue creciente y siempre se mantuvo entre 8 y 12% dando lugar a un desempleo estructural que no se pudo combatir por no desarrollar políticas activas de promoción del empleo.

A partir de 2005 y en consonancia con el crecimiento económico hay una reducción sostenida del desempleo que lo lleva a niveles del 7,5% al final del primer gobierno frenteamplista. Esto continúa en el primer año de nuestro segundo gobierno y ya estamos a noviembre de 2010 en niveles cercanos al 6%, el más bajo desempleo de la historia del país.

Otra vez la diferencia entre fines de los 80 y 90 con el período de gobierno frenteamplista está en el terreno de la política y no de la técnica económica y es la voluntad del gobierno de acompañar el crecimiento económico con políticas activas de estímulo al empleo, sobre las que habrá que continuar trabajando para seguir profundizando en el terreno del empleo de calidad y de la formalización.


3) EL ACCESO A LA SALUD.

El aporte sustantivo de la salud a la distribución del ingreso se refiere a la manera en que se accede a dichos servicios.

Si uno paga de su bolsillo la salud es muy injusto porque se paga la misma cuota cualquiera sea su ingreso, mientras que si accede a través de un seguro social (como era Disse y ahora es Fonasa) paga de acuerdo a sus ingresos y recibe la atención de acuerdo a sus necesidades, lo que redistribuye ingresos entre la gente de mayores ingresos y la de menores. Y al mismo tiempo si ese seguro (como lo hace el Fonasa y no lo hacía Disse) paga cápitas por edad y sexo también hay redistribución intergeneracional.

Por ello el gráfico 3 nos muestra los activos y sus familias (que se incluyen en Fonasa y no estaban en el viejo Disse) y los pasivos que están en el seguro de salud (tanto en versión vieja Disse como Fonasa) y se ve el crecimiento impactante de unos y otros desde la implementación de la reforma de salud. En los años 90 entre activos y pasivos unas 600 mil personas accedían al seguro, al final del primer gobierno del FA esa cifra llegó a 1.400.000 y en el segundo gobierno del frente trepará ni más ni menos que a 2.500.000. El caso de los jubilados y pensionistas es el más impactante ya que entre 1996 y 2005 ingresaron 50 mil y entre 2005 y 2015 en el mismo tiempo ingresaron e ingresarán según la ley aprobada en el parlamento, 550 mil personas más, es decir 11 veces más en igual período. Por ello los reclamos en el debate parlamentario de mayor rapidez en el ingreso por parte de la oposición no se condicen con la política de salud hacia los jubilados implementada en sus períodos de gobierno.


4) LOS BENEFICIARIOS DE ASIGNACIONES FAMILIARES.

La asignación familiar es un elemento potente de redistribución no sólo por el ingreso que se percibe por parte de las familias, sino porque es mayor cuanto menor es el ingreso de las familias y además exige como contrapartidas la atención de la salud y la permanencia en el sistema educativo, tanto sea escolar como de secundaria.

El gráfico 4 muestra la evolución de las asignaciones otorgadas y muestra que durante los años 90 hay un estancamiento en su número e incluso una caída en el primer gobierno de la década de los 90, mientras que su crecimiento es constante desde 2005 y durante este año 2010.

Hay que agregar al mismo tiempo que no sólo aumentó su número sino se incrementó sustantivamente su valor, llegando para las asignaciones de los sectores de menores recursos a ser de más de mil pesos para el primer hijo que curse enseñanza secundaria y el valor promedio de la asignación otorgada, tomando en cuenta todos los beneficiarios se multiplicó en valores reales por dos veces y media entre 1993 y 2010.

5) EL GASTO EN EDUCACIÓN.

Otro elemento clave de la redistribución del ingreso es el gasto público en educación, que es lo que posibilita una mayor accesibilidad y calidad de la educación pública a la que accede la mayor parte de los ciudadanos y la casi totalidad de los sectores de menores ingresos.
El gráfico 5 nos muestra la evolución del gasto en educación de ANEP mas Universidad (90% del total y por ende un muy buen indicador de su evolución).
Durante los años 90 el gasto público en educación permaneció constante en la primera mitad de la década y tuvo crecimiento en la segunda mitad, totalizando un crecimiento del orden del 3,5% anual y culminando en el orden del 3% sobre el PBI.

En cambio en los 6 años de gobierno del Frente Amplio aumentó a una tasa promedio del 9% anual, llegando al 4,5% del PBI, y en este mensaje presupuestal su crecimiento está alineado al PBI, para mantener dicho 4,5% tal como fue asumido como compromiso político por el programa de gobierno del Frente Amplio. Ello implica un aumento de más de 8 mil millones de pesos en valores de 2010, lo que significa un 24% de aumento real, 6 puntos por encima del aumento general del gasto público, reflejando la prioridad del gasto en educación en la estrategia global del gobierno.

Es claro que este aumento del gasto en educación debe ir acompañado de mejoras en los resultados educativos fuertemente deteriorados en la época del neoliberalismo y en especial por la reforma del año 96. pero está claro que esos resultados no se ven de manera inmediata y requieren un esfuerzo de trabajo en el que estamos involucrados.

Al mismo tiempo esta mejora presupuestal que ya posibilitó que el salario docente hubiera crecido entre 2004 y 2010 en 45% en términos reales, significará con el nuevo acuerdo salarial firmado con los sindicatos de la enseñanza (por el cual en este quinquenio aumentará en términos reales otro 22,6%) un total en 10 años de gobierno frenteamplista de 75% de aumento de salario real.


CONCLUSIONES

1) Es posible el crecimiento y la distribución simultáneamente. No es verdad que haya que esperar años después que la torta crezca para repartirla. Lo hemos demostrado con hechos y se profundiza en este mensaje presupuestal y en la profundización de las reformas sociales.
2) Requiere únicamente de voluntad política para instrumentar políticas públicas de redistribución.
3) Dichas políticas se expresan en las políticas salariales, en especial de salario mínimo, en políticas de acceso al empleo, en reformas de las políticas sociales, que generen accesibilidad, calidad de los servicios y recursos presupuestales para sostenerlos.
4) El gobierno frenteamplista puso en marcha dichas reformas en el campo de la tributación, del gasto social, del mercado de trabajo, de la salud, la educación y la vivienda.
5) El gobierno actual en su diseño presupuestal y en las leyes aprobadas y enunciadas como la segunda ley de reforma de salud que incorpora a los jubilados y pensionistas, plan quinquenal de vivienda, plan juntos, sistema de cuidados, negociación salarial, estímulos al empleo, entre otros, profundiza este camino, del que resta mucho por andar, de un modelo de desarrollo basado en la simultaneidad del crecimiento y la redistribución.
6) Sin uno no hay otro, el crecimiento económico y de la inversión es una clave del desarrollo; las políticas públicas de redistribución la otra.
Por ello lo del título de la nota: que la política define el rumbo del desarrollo y ha sido la decisión de este gobierno expresada en el presupuesto quinquenal y su gasto social, en las reformas estructurales, en la política tributaria y en la política laboral que ha hecho posible el cambio de tendencia que muestra esta nota y sus números: del crecimiento concentrador y excluyente al crecimiento distributivo e incluyente.

Problemas económicos de los procesos revolucionarios en curso: Bolivia, Ecuador, Venezuela

Señales
Por Santiago O’Donnell, en Página12, Domingo, 9 de enero de 2011

El gasolinazo de Evo Morales tomó a muchos por sorpresa. En un país que venía de crecer saludablemente al cuatro por ciento, con reservas en alza y sin grandes problemas de caja, el gobierno boliviano le sacó los subsidios a la gasolina. Saltaron los precios del transporte público al doble y se levantó una pueblada que culminó con el presidente dando marcha atrás con la medida el lunes pasado.

Claro que se puede hablar de cierta imprevisión por parte del gobierno boliviano. Pero el episodio es ilustrativo de un problema más de fondo. Bolivia importa petróleo a noventa dólares el barril y lo vende a 27 en el mercado interno. El litro de nafta cuesta cincuenta centavos, contra dos pesos en la Argentina, donde los subsidios van al transporte, mientras que en Bolivia van directamente al combustible. Bolivia es uno de los grandes productores mundiales de gas natural, pero debe importar gas de garrafa o GLP desde Argentina, porque no tiene refinerías. El gas natural que produce sólo sirve para mandarlo por caños, pero menos del 15 por ciento de la población tiene acceso a esos servicios, mientras que el resto debe calentarse a leña o con garrafas importadas.
Como Bolivia no fabrica ni autos ni colectivos, todo el parque automotor es importado y funciona a nafta, en vez de GNC. La producción petrolera en Bolivia cayó este año un 50 por ciento porque se usa para cubrir parte del mercado interno y a nadie le conviene producir petróleo a 27 dólares el barril cuando podría hacerlo por noventa.

La necesidad de subsidiar el transporte público, aunque no sea a través del combustible, es más que evidente en Bolivia, el país con los ingresos per cápita más bajos del subcontinente. Pero bajo el esquema actual un litro de nafta es más barato que una botella de agua y los empresarios petroleros se quedan con gran parte de la ganancia.

Todos estos trastornos tienen una raíz común: la falta de inversiones. Hace falta mucho dinero para instalar caños, producir GLP, reconvertir el parque automotor, extraer más petróleo para el mercado interno. En un momento de enojo, Evo habrá pensado: si los empresarios del sector no hacen las inversiones que tienen que hacer, ¿para qué se los sigue subsidiando con el dinero de todos los bolivianos?

Según fuentes oficiales, el año pasado las inversiones en Bolivia crecieron un 27 por ciento, pero sobre un piso bajísimo y casi todo en un sector recientemente estatizado, el sector energético. O sea, casi todas las inversiones las hizo el Estado. La falta de inversiones en el sector alimenticio es especialmente preocupante, ya que la escasez de oferta tiene efectos inflacionarios, confiesa la fuente oficial. Evo pensaba quitarles el subsidio a las petroleras para hacer más obra pública y entregar más ayuda social. Pero no pudo.

El dilema excede a Bolivia y se inserta en una situación regional que ya no conviene ignorar. En los últimos años, con un viento de cola sin precedentes, han sido los gobiernos de derecha como Perú y Colombia quienes mejor lo aprovecharon en términos de crecimiento e inversión. En menor medida también lo hicieron gobiernos centroprogresistas aliados al sector financiero como Brasil y Uruguay.

Mientras tanto los países de centroizquierda como Bolivia, Ecuador y Venezuela vienen experimentando dificultades crecientes con su economía, que a su vez se traducen en desafíos políticos. La megadevaluación en Venezuela, la tasa de crecimiento negativa por segundo año consecutivo en Ecuador y el gasolinazo en Bolivia son los ejemplos más recientes.

El debate incluye también, por supuesto, a la Argentina. Para la oposición, el gobierno de los Kirchner está dejando pasar una oportunidad histórica para producir un despegue definitivo que deposite a la Argentina en el club de los países desarrollados. En un contexto internacional de tasas de interés bajísimas y precios record para los commodities que el país produce, los líderes opositores acusan al Gobierno de romper reglas de funcionamiento institucional en favor de un sistema informal de capitalismo de amigos. Intentan convencer a los votantes, de cara a las elecciones presidenciales del año que viene, por ahora sin demasiado éxito, de que ellos harían las cosas bastante mejor.

Pero para los defensores del modelo, el Gobierno ha sabido mantener un ritmo de crecimiento a tasas chinas (salvo el año de la crisis), más desendeudamiento, reservas record e inversión record, pública y privada, en sectores diversificados. El crédito externo barato todavía no llega, pero los banqueros locales ganan mucha plata y la Bolsa cerró un año redondito. Todo eso sin descuidar ciertos aspectos que hacen a la equidad social, desde la Asignación Universal por Hijo hasta el enfrentamiento con sectores de poder concentrado, políticas que los gobiernos derechistas de la región han sabido sacrificar en el altar del dios mercado. También hay que decir que difícilmente un gobierno de la actual oposición hubiera resistido la presión del lobby del campo y mantenido tan alto el nivel de retenciones a las exportaciones agrícolas. Esas retenciones son, además de la principal fuente de divisas del Estado, la herramienta fundamental para redistribuir ingresos a través de él.

El problema del crecimiento y las inversiones va más allá de lo ideológico. Las empresas privadas y también las estatales han hecho grandes negocios y grandes inversiones en países de toda clase de bandería política. Lo que siempre reclaman los empresarios, y escucharlos no significa más que eso, es reglas de juego y previsibilidad.

El problema es que en sociedades complejas ningún gobernante, por más poderoso que sea, puede garantizar por sí mismo esas reglas que los empresarios reclaman. Es fácil verlo en América latina porque vivimos en países imprevisibles, repletos de actores imprevisibles en todos los sectores de la sociedad.

Evo, Correa y Chávez forjaron sus liderazgos en países con sistemas políticos colapsados y debieron refundarlos. Los tres han sufrido intentos de golpes de Estado.

Después del golpe fallido, a fines del año pasado, Correa dijo que si no lo dejan llevar adelante sus políticas cerrará el Congreso, llamará a elecciones y mientras tanto gobernará por decreto, posibilidad que contempla la nueva Constitución ecuatoriana.

En Bolivia este año una nueva Corte Suprema y gran parte de la magistratura serán elegidas por voto popular, una experiencia inédita en el mundo, y Evo ya está preparando el terreno para un eventual intento de re-reelección.

En Venezuela las cosas están más claras en cuanto a las intenciones de su presidente. Chávez ya ha manifestado en las palabras y en los hechos que su intención es instaurar un régimen socialista, nacionalizando los medios de producción, planificando la economía, centralizando la conducción política en un partido único, interviniendo en las industrias culturales e impulsando un frente antiimperialista a través de su política exterior. Pero lo que no queda claro es qué nivel de radicalización está dispuesta a aceptar la sociedad venezolana, que parece haberle puesto ciertos límites al proyecto chavista en las últimas elecciones legislativas y en el referéndum del 2007 que rechazó la nueva Constitución bolivariana.

No es sencillo encontrar el camino hacia el desarrollo con equidad y por más que el debate atraviese la región, cada país es un mundo en sí mismo. Si algo aprendimos de la década neoliberal es que las inversiones y el crecimiento no necesariamente derraman en bienestar general. El propio Correa me aclaró en una entrevista el mes pasado que no toda inversión es buena, que muchas pueden ser nocivas, sobre todo si no se regulan y controlan. Y nadie debería discutir la idea de priorizar las necesidades de la población por encima de los reclamos empresariales.

No hay respuestas fáciles, pero el problema está ahí, latente, hasta que estalla en un gasolinazo. ’Ta bien. Podés culpar al imperio, a la globalización, al capitalismo salvaje o a los oligopolios de la alta burguesía nacional. Pero el problema va a seguir estando.

sodonnell@pagina12.com.ar

Petróleo y rentismo como problemas de la revolución bolivariana en Venezuela

[Nota de Vyro: el medio de prensa en que se publicó es contrario a la revolución, pero el tema es pertinente y hay que discutirlo]

El plan socialista fortaleció carácter rentista de la economía.Aumenta la desindustrialización y la dependencia en el petróleo.
Por Víctor Salmerón en El Universal, domingo 9 de enero de 2011

Las cifras oficiales desnudan que tras doce años en el poder la gestión de Hugo Chávez, lejos de desgastar la condición rentista de la economía venezolana, ha robustecido el sistema que desde finales de la década de los 80 se traduce en estancamiento e imposibilidad de generar prosperidad de forma sostenida.

El proyecto socialista, enfocado al desplazamiento del sector privado, le ha dado alas al esquema donde el país se desindustrializa y prácticamente sólo exporta petróleo, mientras se disparan las importaciones y el Estado reparte la renta proveniente de los barriles vendiendo dólares baratos, aumentando la nómina pública y otorgando subsidios.

Las estadísticas del Banco Central indican que las exportaciones distintas al petróleo se ubican al cierre de 2010 en 3 mil 432 millones de dólares, una magnitud que se traduce en una caída de 18,8% respecto a 4 mil 228 millones de dólares obtenidos en 1999.

En buena parte este resultado se explica porque la desindustrialización, un fenómeno que aflora a finales de los años ochenta se ha agravado.

El retroceso

La manufactura creció de forma sostenida a partir de 1950 hasta representar 21% del PIB en 1988, desde entonces comienza a descender hasta 16% en 1999 y en 2010 se mantiene estancada en 15%, pero con un detalle muy importante.

Si se observa lo que técnicamente se denomina como "industrias complejas", que requieren mayor grado de desarrollo, las estadísticas del BCV indican que la producción en el país de maquinarias y equipos al cierre de 2009 es 20% inferior a la de 1997.

La elaboración de vehículos automotores, remolques y semirremolques, experimenta un descenso de 28,76%; maquinaria y aparatos eléctricos sufre un declive de 54% y solo sustancias y productos químicos logra mantenerse en la superficie.

Está barato

El boom de altos precios del petróleo hinchó las arcas y el economista Miguel Angel Santos precisa en un análisis sobre el tema que en los últimos doce años el Gobierno ha recibido por exportaciones petroleras 516 mil 280 millones de dólares, una cantidad que supera en 245% los doce años previos.

Como es común en el esquema rentístico este chorro de divisas ha permitido que el precio del dólar no aumente al mismo ritmo que el resto de los productos, disparando las importaciones que se incrementan desde 14 mil 492 millones de dólares en 1999 hasta la cumbre de 49 mil 482 millones de dólares en 2008.

El parpadeo de los precios del petróleo y la recesión que envuelve a la economía ha hecho que las importaciones se moderen hasta 38 mil 062 millones de dólares al cierre del pasado año.

El reparto

La historia de los últimos cincuenta años indica que en el rentismo venezolano el Estado también distribuye renta petrolera incrementando el número de trabajadores públicos.

Los datos son elocuentes. El informe anual del presidente del Banco Central, Nelson Merentes, registra que en el tercer trimestre del año pasado 2 millones 268 mil 626 personas trabajan para el sector público, una cantidad que se traduce en un incremento de 80% respecto a la nómina de 1999.

La condición rentista también se manifiesta en que el Estado, gracias a los petrodólares que recibe sin esfuerzo productivo, puede mantener el precio de la gasolina a niveles en que Pdvsa no recupera los costos de producción; las tarifas eléctricas congeladas a pesar de que las empresas del sector indican que es necesario el ajuste y descartar la posibilidad de incrementar el IVA para cubrir el déficit de ingresos.

Miguel Angel Santos señala otro elemento clave en el reparto rentístico. En los últimos doce años el salario real, después de limpiar el efecto de la inflación, registra un retroceso de 24% pero "al cierre del 2010 el consumo por persona era 43% más que en 1998".

Inmediatamente agrega que "el boom de consumo no tuvo como contrapartida un boom de salarios reales, sino el aumento del gasto público y las transferencias del Gobierno", que se financian con la renta petrolera.

Cambio de manos

Aparte de mantener la estructura del rentismo, la administración de Hugo Chávez ha aumentado el radio de acción del Gobierno comprando empresas emblemáticas a multinacionales o estatizando compañías de todo tipo al punto que actualmente controla la construcción, el principal grupo financiero del país, vastas extensiones de tierras y el sector eléctrico, entre otras áreas.

José Guerra, director de la escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela, considera que se ha creado "un socialismo rentista donde el Estado se expande con los recursos petroleros sin crear riqueza, simplemente adueñándose de lo que existe en el sector privado".

Actualmente no se dispone de estadísticas que permitan medir cuánto habría sido el rendimiento de cada bolívar colocado en empresas que permanecían en el sector privado si se hubiesen destinado a necesidades esenciales como salud, educación y vialidad.

Pero la eficiencia del sector nacionalizado no emite buenas señales tras la caída en la producción agrícola, cemento y cabillas.

La historia del país indica que a finales de los años 80 el modelo rentista se agotó como fórmula para el desarrollo por la incapacidad que tiene la economía de crecer de manera sostenida, apoyándose fundamentalmente en un ingreso sin contraparte productiva.

vsalmeron@eluniversal.com

sábado, 8 de enero de 2011

Perspectivas de la economía mundial en 2011

por Walden Bello en la revista SinPermiso, 02/01/2011



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En contraste con sus previsiones cautamente optimistas, a fines de 2009, de una recuperación sostenida, el humor dominante en los círculos económicos liberales cuando termina 2010 es sombrío, si no apocalíptico. Los halcones fiscales han ganado la batalla política en EEUU y Europa, para alarma de los abogados del gasto público, como el premio Nóbel Paul Krugman y el columnista del Financial Times Martin Wolf, quienes ven las restricciones presupuestarias como la receta más segura para matar la incipiente recuperación en las economías centrales.
Pero aunque los EEUU y Europa parecen abocados a una crisis más profunda a corto plazo y al estancamiento en el plazo largo, algunos analistas se precian de observar un “desacoplamiento” del Este asiático y de otras áreas en desarrollo respecto de las economías occidentales. Esa tendencia empezó a comienzos de 2009 en la estela del programa de estímulos masivos de China, que no sólo reestableció el crecimiento chino de doble dígito, sino que sacó de la recesión y llevó a la recuperación a varias economías vecinas, desde Singapur hasta Corea del Sur. En 2010, la producción industrial asiática recuperó ya su tendencia histórica, “casi como si la Gran Recesión nunca hubiera tenido lugar”, de acuerdo con The Economist.
¿Sigue Asia un camino realmente separado de Europa y EEUU? ¿Estamos realmente asistiendo a un “desacoplamiento”?
El triunfo de la austeridad
En las economías centrales, la indignación con los excesos de las instituciones financieras que precipitaron la crisis económica ha dado paso a la preocupación por los déficits públicos masivos en que han incurrido los gobiernos para poder estabilizar el sistema financiero, frenar el colapso de la economía real y afrontar el desempleo. En los EEUU el déficit se sitúa por encima del 9% del PIB. No es un déficit desbocado, pero la derecha norteamericana logró la hazaña que el miedo al déficit y a la deuda federal pesara más en el espíritu de la opinión pública que el miedo a la profundización del estancamiento y al aumento del paro. En Gran Bretaña y en los EEUU, los conservadores fiscales lograron un mandato electoral claro en 2010, mientras que en la Europa continental una Alemania recrecida hizo saber al resto de la eurozona que no seguiría subsidiando los déficits de los miembros más débiles de las economías meridionales o periféricas, como Grecia, Irlanda España y Portugal.
En los EEUU, la lógica de la razón dio paso a la lógica de la ideología. El impecable argumento de los Demócratas de que el gasto público en estímulos era necesario para salvar y crear puestos de trabajo no pudo resistir el asalto del tórrido mensaje Republicano, según el cual un mayor estímulo público, añadido los 787 mil millones de dólares del paquete de Obama en 2009 significaría un paso más hacia el “socialismo” y la “pérdida de libertad individual”. En Europa, los keynesianos arguyeron que la relajación fiscal no sólo ayudaría a Irlanda y a las economías meridionales con problemas, sino también a la poderosa maquinaria económica alemana, pues esas economías absorben las exportaciones de Alemania. Lo mismo que en los EEUU, los argumentos racionales sucumbieron a las imágenes sensacionalistas, en este caso a la retrato mediático de unos esforzados alemanes subsidiando a hedonistas mediterráneos y derrochadores irlandeses. A regañadientes aprobó Alemania paquetes de rescate para Grecia e Irlanda, pero sólo a condición de que griegos e irlandeses fueran sometidos a salvajes programas de austeridad que han sido descritos por nada menos que dos exministros alemanes en elFinancial Times como medidas antisociales “sin ejemplo en la historia moderna”.
El desacoplamiento, resucitado
El triunfo de la austeridad en EEUU y  Europa, la cosa no ofrece duda, eliminará a esas dos áreas como motores para la recuperación económica global. ¿Pero se halla Asia en una senda diferente? ¿Puede soportar, como Sísifo, el peso del crecimiento global?
La idea de que el futuro económico de Asia se ha desacoplado del de las economías del centro no es nueva. Estuvo de moda antes de la crisis financiera tumbara la economía norteamericana en 2007-2008. Pero se reveló ilusoria en cuanto la recesión en los EEUU, de los que China y otras economías del Este asiático dependían para absorber sus excedentes, disparó una repentina y drástica en Asia entre fines de 2008 y mediados de 2009. De ese momento proceden las imágenes televisivas de millones de trabajadores chinos migrantes abandonando las zonas económicas costeras y regresando al campo.
Para contrarrestar la contracción, China, presa del pánico, lanzó lo que Charles Dumas, autor de Globalisation Fractures, caracterizó como un “violento estímulo interior” de 4 billones de yuanes (580 mil millones de dólares). Eso significaba cerca del 13% del PIB en 2008 y constituyó “probablemente el mayor programa de la historia de este tipo, incluidos los años de guerras”. El estímulo no sólo restituyó el crecimiento de dos dígitos; también comunicó a las economías del Este asiático un impulso recuperador, mientras Europa y los EEUU caían en el estancamiento. Ese notable inversión es lo que ha llevado al renacimiento de la idea del desacoplamiento.
El gobernante Partido Comunista de China ha venido a reforzar esa idea al sostener que se ha producido un cambio de política que da primacía al consumo interior sobre el crecimiento orientado a la exportación. Pero si se observa con mayor detenimiento, se ve que eso es más retórica que otra cosa. En efecto, el crecimiento orientado a la exportación sigue siendo el eje estratégico, algo que se ve subrayado por la continuada negativa china a reapreciar el yuan, una política destinada a mantener competitivas sus exportaciones. La fase de empuje al consumo interior parece haber terminado, hallándose ahora China, como observa Dumas, “en proceso de cambio masivo desde el estímulo benéfico de la demanda interior hacia algo muy parecido al Business as usual de 205-2007: crecimiento orientado a la exportación con un poco de recalentamiento”.
No sólo analistas occidentales como Dumas han llamado la atención sobre ese regreso al creamiento orientado a la exportación. Yu Yongding, un influyente tecnócrata que sirvió como miembro del comité monetario del Banco Central Chino confirma que, en efecto, se ha vuelto a la práctica económica habitual: “En China, con una ratio comercio/PIB y exportaciones/PIB que excede ya, respectivamente, el 60% y el 30%, la economía no puede seguir dependiendo de la demanda externa para sostener el crecimiento. Desgraciadamente, con un enorme sector exportador que emplea a millones y millones de trabajadores, esa dependencia se ha hecho estructural. Eso significa que reducir la dependencia y el excedente comerciales de China pasa por harto más que por ajustar la política macroeconómica.”
El regreso al crecimiento orientado a la exportación no es simplemente un asunto de dependencia estructural. Tiene que ver con un conjunto de intereses procedentes del período de la reforma, intereses que, como dice Yu,”se han transformado en intereses banderizos que luchan duramente para proteger lo que tienen”. El lobby exportador, que junta a empresarios privados, altos ejecutivos de empresas públicas, inversores extranjeros y tecnócratas del estado, es el lobby más poderosos ahora mismo en Beijing. Si la justificación ofrecida para el estímulo público ha sido derrotada por la ideología en los EEUU, en China la argumentación igualmente racional a favor del crecimiento centrado en el mercado interior ha sido aniquilada por intereses materiales banderizos.
Deflación global
Lo que los analistas como Dumas llaman el regreso de China al tipo de crecimiento orientado a la exportación chocará con los esfuerzos de los EEUU y Europa de empujar la recuperación mediante un crecimiento orientado a la exportación simultaneado con el levantamiento de barreras a la entrada de importaciones asiáticas. El resultado más probable de la promoción competitiva de esa volátil mezcla de empuje a la exportación y protección interior por parte de los tres sectores que encabezan la economía mundial en una época de comercio mundial relativamente menos boyante no será la expansión global, sino la deflación global. Como ha escrito Jeffrey Garten, antiguo subsecretario de comercio bajo Bill Clinton: “Aunque se ha prestado mucha atención a la demanda de consumo e industrial en los EEUU y en China, las políticas deflacionarias que envuelven a la UE, la unidad económica más grande del mundo, podrían hundir de mala manera el crecimiento económico global… Las dificultades llevar a Europa a redoblar su empeño en las exportaciones al tiempo que EEUU, Asia y América Latina están disponiendo sus economías para vender más en todo el mundo, lo que no podría sino exacerbar las tensiones, ya suficientemente altas, en los mercados de divisas. Podría llevar a un resurgimiento de las políticas industriales patrocinadas por los estados, cuyo crecimiento ya se observa por doquiera. Tomados de consuno, todos esos factores podrían llegar a propagar el incendio proteccionista tan temido por todos.”
La crisis del Viejo Orden
Lo que nos aguarda en 2011 y en los próximos años, advierte Garten, son momentos de “turbulencia excepcional, a medida que el ocaso del orden económico global tal como lo hemos conocido avanza caótica y tal vez destructivamente”. Garten destila un pesimismo que está apoderándose cada vez más de buena parte de la elite global que otrora anunciaba la buena nueva de la globalización y que ahora la ve desintegrarse literalmente ante sus propios ojos. Y esta ansiedad fin de siècle no es monopolio de los occidentales; es compartida por el influyente tecnócrata chino Yu Yongding, que sostiene que el “tarón de crecimiento chino ha prácticamente agotado su potencial”. China, la economía que con mayor éxito consiguió cabalgar la ola globalizadora, “ha llegado a una disyuntiva crucial: de no poner por obra penosísimos ajustes estructurales, podría perder súbitamente el impulso de su crecimiento económico. El rápido crecimiento económico se ha logrado a un coste extremadamente alto. Sólo las generaciones venideras conocerán el verdadero precio pagado.”
La izquierda en la presente coyuntura
A diferencia de las medrosas aprensiones de figuras del establishment como Garten y Yu, muchas gentes de izquierda ven la turbulencia y el conflicto como la necesaria compañía del nacimiento de un nuevo orden. Y, en efecto, los trabajadores se han movilizado en China, y se ganaron incrementos salariales significativos con huelgas organizadas en determinadas empresas extranjeras a lo largo de 2010. La protesta ha estallado también en Irlanda, Grecia, Francia y Gran Bretaña. Pero a diferencia de China, en Europa marchan para mantener derechos perdidos. Y lo cierto es que ni en China, ni en Occidente, ni en parte alguna son los resistentes portadores de una visión alternativa al orden capitalista global. Al menos, no todavía.
Walden Bello, profesor de ciencias políticas y sociales en la Universidad de Filipinas (Manila), es miembro del Transnational Institute de Amsterdam y presidente de Freedom from Debt Coalition, así como analista sénior en Focus on the Global South.
Traducción para www.sinpermiso.info: Ricardo Timón

sábado, 1 de enero de 2011

Lula, explicado por el poeta Haroldo de Campos

Haroldo de Campos: A Posse

O poema A Posse foi publicado na Folha de S.Paulo em 19 de janeiro de 2003, duas semanas após a posse de Lula como presidente da República. Escrito pelo poeta, ensaísta e tradutor Haroldo de Campos (19 de agosto de 1929 — 16 de agosto de 2003), homenageia o torneiro mecânico formado na universidade da vida. Valeu como louvor à posse, vale também como despedida. (www.vermelho.org.br)



A Posse


de repente
no país do
bacharel de cananéia
dos bacharéis de canudo e
anel no dedo e dos
doutores de borla e capelo
no país dos
coronéis
latifundiários de baraço
e cutelo (melhor
dizendo de serrote elétrico
corta-homens)
de nobres de curul e
pobres no curral
um metalúrgico (sem
anel de grau sem
toga doutoral sem
sabença de papel passado) um
torneiro mecânico
formado na vida
(Severina) assoma
no altiplano de
brasília e toma
posse
da república numa
apoteose de povo
dando novo sentido à palavra
pátria